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Tradición y deporte

jueves, 20 de septiembre de 2007



Hablar de los Juegos Tradicionales en Burgos es tarea bastante complicada. Si a un burgalés del Valle de Mena le hablamos del juego de la Tarusa, se creerá que le estamos hablando en chino. Y no: le estamos hablando del juego que él conoce con el nombre de Tuta y que por la parte de Roa recibe este nombre, juego en el que los meneses son unos maestros reconocidos.

Si de bolos hablamos, tenemos que afinar bastante. Los hombres juegan al Bolo Burgalés, al Tres Tablones, al Pasabolo Tablón, a los Bolillos. Las mujeres tienen los Bolos de Belorado, los Bolos de la Comarca del Pisuerga y el Bolo Ribereño.

La Calva en la Comarca del Pisuerga se llama Chana, en la zona del Arlanza se conoce como Marro y en otras zonas la llaman Morrillo.

Resulta indudable que la mayor riqueza lúdica está en la gran variedad de Bolos. Pocas provincias de España pueden presumir de ser exportadoras de variantes tan bonitas y espectaculares como son el Bolo Burgalés y el Bolo Tres Tablones, modalidad ésta que ha dado lugar a numerosas variaciones de juegos de bolos en otras provincias, destacando por su importancia el Pasabolo Tablón.

Pero la gran importancia de los Bolos no debe desmerecer o hacer sombra al resto de juegos tradicionales que han llenado los ratos de ocio de los burgaleses desde hace casi diez siglos. La Tuta, practicada en casi todos los pueblos de la provincia. La Calva, extendida antaño por toda la geografía Burgalesa, que cayó posteriormente en el olvido y que actualmente se está volviendo a recuperar. La Chana, antecedente de la Calva, protagonista de bellísimas jornadas lúdico festivas en la sierra de la Demanda, concretamente en la localidad de Monterrubio de la Demanda. La Rana, esa humilde mesa de juego con una historia milenaria, que vuelve a ser un elemento más de los merenderos y de los patios de los bares o tabernas de nuestros pueblos.

La Barra, juego de fuerza que en la Ribera del Duero se ha recuperado para solaz de mozos forzudos y entrenados.

Hay más juegos, algunos de reciente incorporación a nuestra provincia, pero recibidos con ilusión como se recibe a un amigo que viene a visitarnos y se acaba quedando con nosotros, como el Billar Romano. Otros son más serios, como la Corta de Troncos con hacha. Los hacheros de los Pinares burgaleses, de Vilviestre, Duruelo o Quintanar, por citar sólo algunos ejemplos, deleitan con sus exhibiciones a cuantos tienen la ocasión de presenciar un reto o un campeonato de corta de troncos.

Quedan todavía más juegos. Juegos de pastores, juegos de apuestas, juegos que ya no se practican y juegos que se han recuperado del olvido.
Tampoco nos podemos olvidar en esta pequeña obra del juego de pelota, que en el pasado, tantas jornadas ha llenado los ratos de ocio de nuestros mozos, y que en la actualidad ha propiciado que algunos de nuestros paisanos hayan pasado a formar parte del mundo profesional de los “pelotaris” vascuences.

Pero mejor será que a partir de este momento nos dediquemos a conocer de una manera más extensa a cada uno de ellos.

Para una mejor comprensión de nuestros juegos y deportes se ha recurrido a las definiciones que de ellos ofrece el Diccionario Ideológico de la Lengua Española de J. Casares, aunque en algún caso se ha acudido al María Moliner para contrastar alguna definición o para ampliar datos que permitan al lector hacerse una idea más aproximada. En algunos casos ha sido necesario o conveniente conocer definiciones de otros diccionarios, lo cual se indica oportunamente.

También se ha consultado una interesante obra de D. José María Codón, "El Dialecto Burgalés", en la que aparecen curiosas e interesantes definiciones de algunos juegos o de los elementos materiales necesarios para su práctica.

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